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Read through the most famous quotes by topic #memoria
Edie Sedgwick (1943-1971) I don't know how she did it. Fire She was shaking all over. It took her hours to put her make-up on. But she did it. Even the false eye-lashes. She ordered gin with triple limes. Then a limosine. Everyone knew she was the real heroine of Blonde on Blonde. oh it isn't fair oh it isn't fair how her ermine hair turned men around she was white on white so blonde on blonde and her long long legs how I used to beg to dance with her but I never had a chance with her oh it isn't fair how her ermine hair used to swing so nice used to cut the air how all the men used to dance with her I never got a chance with her though I really asked her down deep where you do really dream in the mind reading love I'd get inside her move and we'd turn around and she'd turn around and turn the head of everyone in town her shaking shaking glittering bones second blonde child after brian jones oh it isn't fair how I dreamed of her and she slept and she slept forever and I'll never dance with her no never she broke down like a baby like a baby girl like a lady with ermine hair oh it isn't fair and I'd like to see her rise again her white white bones with baby brian jones baby brian jones like blushing baby dolls ↗
I discovered that Robert Todd Lincoln was there for each of the first three assassinations. I wanted to write about the Lincoln Memorial, so when I found out he had attended its dedication, that helped focus it further. ↗
Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra “Hispanic”. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere. Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces. ↗