—Además —lo interrumpió nuevamente—, mis hijos jamás tendrán
que preocuparse por su próxima comida. Nunca tendrán que pagar
impuestos, nunca tendrán que preocuparse acerca de cómo permitirse enviar
a sus hijos a la escuela. Ellos siempre tendrán la opción de un sólido techo
sobre sus cabezas y tres comidas diarias. Siempre habrá personas a su
alrededor para cuidarlos y protegerlos. Ellos nunca, nunca estarán solos. Y si
hicieran algo mal, tendrían el poder de arreglarlo.